26, junio, 2025

La obra de Lalo Schifrin, un genio argentino de la música al servicio de las artes

El compositor, pianista, arreglista y director de orquesta argentino-estadounidense Lalo Schifrin, fallecido este 26 de junio a los 93 años, escribió más de 100 partituras para cine y televisión, incluyendo las de “Harry el sucio”, “Bullitt”, “La leyenda del indomable” y quizás su pieza más conocida: el tema de “Misión: Imposible”.

Por su extensa labor, Schifrin recibió seis nominaciones al Oscar, ganó cinco premios Grammy, un premio Cable ACE, cuatro nominaciones al Emmy y un Oscar honorífico en 2018. Además, es el único argentino con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

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La juventud de Lalo Schifrin: de Buenos Aires a París

Lalo Schifrin nació en Buenos Aires en una familia musical de origen judío. Su padre, Luis Schifrin, fue concertino de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón durante tres décadas.

Animado por él, Lalo comenzó a tocar el piano a los seis años con Enrique Barenboim, padre del pianista Daniel Barenboim.

En una entrevista en 2017, Schifrin recordó cómo su infancia estuvo impregnada de música: “Mi padre, mis tíos, mis tías, todos eran músicos profesionales. Mi padre era concertino, me llevaba a muchos ensayos, conciertos, óperas, ballets. Para mí, eso era la vida“.

Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y, además de música clásica, desarrolló un interés temprano por el jazz. A los 20 años, obtuvo una beca para estudiar en el Conservatorio de París, donde se formó con el compositor Olivier Messiaen, junto a figuras como Pierre Boulez y Karlheinz Stockhausen.

Murió Lalo Schifrin, destacado músico y compositor argentino, a los 93 años

Por las noches, se sumergía en la escena jazzística parisina, tocando piano en clubes. En 1955, representó a Argentina en el Festival Internacional de Jazz de París, donde tocó junto a Astor Piazzolla, con quien forjó una relación musical duradera.

Sobre su experiencia en París, Schifrin comentó en una entrevista con Perfil publicada días antes de su muerte: “Me formé con los mejores en el Conservatorio de París, pero el jazz nocturno en los clubes me dio una libertad que no encontraba en la música clásica. Fue como descubrir un nuevo idioma”.

Tras regresar a Buenos Aires en los años 50, Schifrin formó una big band de jazz en el Bop Club, donde tocó con músicos como Gato y Rubén Barbieri. En 1956, el trompetista Dizzy Gillespie visitó Argentina y quedó impresionado por los arreglos de Schifrin.

En una entrevista, Schifrin relató cómo Gillespie lo invitó a trabajar con él: “¿Hace cuánto que toca jazz? ¿Esos arreglos son suyos? ¿Le gustaría venir a trabajar conmigo en Estados Unidos? (…) Acepté inmediatamente la propuesta, y abandoné toda mi vida en Argentina para trabajar con Gillespie, quien se convertiría en otro de mis grandes maestros”.

“He tenido muchos maestros, pero solo un maestro: Dizzy Gillespie”, dijo el compositor.

En 1958, Schifrin compuso “Gillespiana”, una suite de cinco movimientos que se convirtió en un hito en el repertorio de Gillespie. Grabada en 1960, la obra combinaba jazz latino y elementos orquestales, mostrando su habilidad para fusionar géneros. “Dizzy me llamó diciendo que iba a grabar la obra y si quería ser su pianista y su director musical. Pensé que era una broma, pero al poco tiempo recibí los pasajes”, relató.

Durante esta etapa, también trabajó como arreglista para Xavier Cugat y colaboró con músicos como Quincy Jones, Sarah Vaughan, Count Basie y Cannonball Adderley. En 1962, grabó su primer disco en Estados Unidos, “Lalo=Brilliance: The Piano of Lalo Schifrin”, que fue elogiado por la revista Down Beat por su “habilidad para tratar con compases poco comunes y para escribir en grande para grupos pequeños”

La última entrevista de Lalo Schifrin con Perfil: “La música bien hecha es un acto de magia”

El salto a Hollywood y su “Misión: Imposible”

En 1963, Schifrin se mudó a Hollywood, donde comenzó a componer para cine y televisión. Su gran oportunidad llegó en 1966 con la banda sonora de la serie Misión: Imposible, cuya melodía principal, escrita en 5/4, se convirtió en un ícono cultural.

“El director Bruce Geller me dijo que quería algo que llamara la atención”, relató a la BBC en 2013. “Me dijo: ‘Si alguien está en la cocina preparándose algo y el tema suena en la televisión en el salón, tienen que poder reconocer la melodía, tiene que ser llamativa”.

La música de Misión: Imposible no solo definió la serie original (1966-1973), sino que se mantuvo en todas las adaptaciones cinematográficas protagonizadas por Tom Cruise.

Schifrin también compuso bandas sonoras para series como Mannix (1967) y Starsky y Hutch (1975-76), y para películas como The Cincinnati Kid (1965), Cool Hand Luke (1967), Bullitt (1968), Dirty Harry (1971) y Enter the Dragon (1973).

Su trabajo en Bullitt fue especialmente destacado por su fusión de jazz y rock, que amplificó la intensidad de la célebre persecución automovilística. Aunque Schifrin minimizó la complejidad de su trabajo: “La orquestación no es un problema para mí”.

Sobre su enfoque para componer para cine, Schifrin dijo a Perfil: “Cada cineasta tiene una visión única. Para adaptarme, necesito sumergirme en la película y trabajar de cerca con el director. La música, bien hecha, es un acto de magia: vuelve creíble lo que vemos en pantalla. Componer para cine es lograr el contrapunto perfecto entre imagen y sonido”.

Versatilidad: jazz, música clásica y colaboraciones

Schifrin no se limitó al cine. En 1965, compuso Jazz Suite on the Mass Texts para Paul Horn, una obra que anticipó los ritmos en 5/4 de Misión: Imposible. También incursionó en el jazz-funk con su álbum Black Widow (1975) y escribió más de 60 obras clásicas, como Invocations, Concierto para contrabajo y Symphonic Impressions of Oman (2003).

Schifrin investigó la música asiática para componer la banda sonora del clásico de artes marciales de Bruce Lee de 1973 “Enter the Dragon“, que a su vez inspiró al director Brett Ratner, 25 años después, a contratar al compositor para su trío de comedias de acción “Rush Hour”.

En 1987, compuso la obertura para los Juegos Panamericanos, y en 1990, escribió la gran final para la Copa Mundial de Fútbol en Caracalla, Italia.

A lo largo de su extensa carrera, también colaboró con figuras como Ella Fitzgerald, Stan Getz, los Tres Tenores y Ray Charles. Sobre estas experiencias, Schifrin comentó: “Tuve la fortuna de trabajar con músicos extraordinarios a lo largo de mi vida: Dizzy Gillespie, Astor Piazzolla y Ray Charles, entre muchos otros. También colaboré con arregladores y orquestadores increíbles”.

En 1987, volvió a trabajar con Piazzolla, dirigiendo la orquesta para su “Concierto para Bandoneón y Orquesta“. “Astor lo compuso e hizo todos los arreglos y solo quería que yo dirigiera la orquesta. Me explicó lo que pretendía para los músicos, así él podía inspirarse tocando”, recordó.

En 2024, Schifrin colaboró con el compositor argentino Rod Schejtman para crear la sinfonía “¡Viva la Libertad!”, un homenaje a Argentina inspirado en los últimos 40 años de su historia.

La obra, estrenada en abril de 2025 en el Palacio Libertad por la Orquesta Sinfónica Nacional, fusiona el lenguaje cinematográfico de Schifrin con la tradición sinfónica. Schifrin dijo que esta sinfonía “representa lo más importante en este momento de mi vida”.

En la misma entrevista, evitó vincular la obra con el contexto político argentino, enfatizando su dimensión artística: “La obra no necesita explicación. Es arte. Lo importante es que la escuchen y sientan lo que transmite nuestra música”.

En diálogo con Perfil, reflexionó sobre esta colaboración única: “En toda mi carrera, nunca había escrito una sinfonía en coautoría. Esta fue la primera vez, y hacerlo junto al Maestro Schejtman fue profundamente emocionante. Entrelazamos nuestros lenguajes musicales como dos compositores argentinos, creando juntos una obra compartida dedicada a nuestra patria”.

Schifrin falleció este 26 de junio de 2025 en Los Ángeles, a los 93 años, por complicaciones derivadas de una neumonía.

En una de sus últimas entrevistas, en 2025, Schifrin reflexionó sobre su carrera y su pasión por la música: “Uno vive componiendo música, porque Dios le ha otorgado ese privilegio tan especial”.

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