27, julio, 2025

Supernova Bonaerense

Las formas de Milei, que tanto irritan a analistas y políticos, y las características extravagantes de buena parte de su entorno, no son solo el invento de unos pocos argentinos, sino parte de un fenómeno más amplio, que se expresa en bastantes elecciones de los últimos años. Quienes hemos tenido la oportunidad de viajar observando y estudiando la política latinoamericana, podemos encontrar lo que tienen en común estos procesos. En realidad nada es demasiado original, ni invento de ningún genio, existen procesos colectivos que trascienden las fronteras, que dan sentido a lo que ocurre, dependientes más bien del progreso tecnológico.

Milei ganó las elecciones porque supo canalizar los sentimientos de muchos argentinos que rechazan a la política tradicional, a los partidos, a las instituciones. Es la misma razón por la que ganaron Donald Trump en Estados Unidos, Daniel Noboa en Ecuador, Pedro Castillo en Perú, Gustavo Petro en Colombia y, en su momento, los líderes del socialismo del siglo XXI. Todos fueron vistos como distintos a los “políticos de siempre”, se presentaron como una alternativa, encarnaron un cambio.

El fenómeno no tiene que ver con la izquierda y la derecha, como entendían hasta el fin de la Guerra Fría. Es expresión de una crisis más profunda, que va más allá de la política. La mayoría cuestiona a partidos de todos los colores y a dirigentes de todo tipo, pero también la autoridad de los padres en la familia, de los maestros en la escuela, de los doctores, de las universidades, de los medios de comunicación, de los sindicatos, de las organizaciones gremiales. El individualismo fomentado por la red pone en crisis a la democracia representativa, porque fomenta la relación directa, la gente no quiere ser representada.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

El fenómeno viene produciéndose desde hace años, lo estudiamos inicialmente en un libro que publicamos, con Santiago Nieto, en el Fondo de Cultura Económica de México en 2005, Mujer, sexualidad, internet y política, y lo desarrollamos en nuestro último texto, La nueva sociedad. De la transformación al caos publicado por Sudamericana en Buenos Aires.

Cuando el PRO inició su avalancha de éxitos desde 2005 hasta 2018, su estrategia estuvo pensada desde esa óptica. Por eso sus candidatos fueron personas desconocidas en ese momento, sin un currículum frondoso. Si la mayoría está en contra de los políticos, es necesario promover dirigentes nuevos, no manchados por los defectos que, justa o injustamente, la gente atribuye a los políticos. Los principales candidatos del PRO no habían sido antes ministros, gobernadores o presidentes. El mismo Mauricio Macri, Rodríguez Larreta, Gabriela Miche-tti, María Eugenia Vidal, Marcos Peña, Francisco de Narváez, Esteban Bullrich eran nuevos, pero lograron hazañas como derrotar a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández de Kirchner en la provincia de Buenos Aires y mantener por más de tres lustros un gobierno que transformó a la Ciudad de Buenos Aires.

Colaboraron también en el proyecto, políticos que tejieron una red que fue útil para la campaña, pero el eje fue la presentación de candidatos capaces, que se identificaban con la gente, proponían futuro y no se dedicaban a la discusión de los políticos. La mayoría de la gente está harta de líderes que hablan solo para ellos mismos, y parecen dedicados a conseguir prebendas, sin volver los ojos a la gente común.

Cuando el PRO abandonó su estrategia, Milei construyó una alternativa de cambio, exacerbada por los efectos de la pandemia en la mente de los votantes. Fue disruptivo, como Macri en su momento, pero en otro nivel. Las maneras de Macri, que fastidiaron a las personas tradicionales y a la mayoría de los medios, quedaron pequeñas frente al comportamiento de Milei.

El libertario apareció rodeado de una nueva generación de personas desconocidas en la política, que se convirtieron en los nuevos dirigentes. En el gobierno del PRO algunos políticos con experiencia quisieron gobernar, porque los novatos que habían ganado las elecciones no sabían hacerlo. Con Milei, algunos macristas, ya con experiencia, pensaron lo mismo: que podían gobernar en un proyecto que no era el suyo. Todo grupo que gana las elecciones cree que puede gobernar, por eso compite. Cuando triunfa, se siente avalado por la gente para hacerlo. Por lo demás, los dirigentes libertarios son tan jóvenes como fueron los dirigentes del PRO cuando armaron su proyecto.

Los que votaron a Milei lo hicieron porque era original, disruptivo, no parecía tener el apoyo de líderes del establecimiento. Todo el tiempo ha sido como es. En el continente, el rechazo a los “políticos de siempre” tiene que ver con que la gente cree que sólo se preocupan de sí mismos, que buscan negocios. Los desconocidos corren con ventaja porque su novedad hace imaginar que serán distintos. En todos nuestros países la gente quiere dirigentes completamente nuevos, eso sí, con experiencia.

Si la mesa que apareció coordinando el cierre de listas de la provincia de Buenos Aires hubiese aparecido conduciendo la campaña presidencial de Milei, ciertamente habría ganado Sergio Massa, quien habría conseguido los dos puntos que le faltaron para ganar en una vuelta. Cuando en un momento de su carrera Milei intentó jugar a la vieja política en algunas provincias, instalando como candidatos a “políticos importantes” fracasó. No votaron por Milei para presidente porque lo apoyaba una importante coalición, sino porque no lo apoyaban los antiguos, estaba rodeado por una nueva generación de desconocidos inteligentes, disruptivos, que no se parecían a los líderes de antaño.

Tendemos a equivocarnos analizando la realidad usando elementos mágicos, especialmente cuando llegamos a ser autoridades y nos contagiamos del síndrome de Hubrys. Para bastantes analistas y políticos, en la política solo juegan los líderes. Se dedican a investigar quién hace un pacto con quién, cuáles alianzas fortalecen a una ideología, qué programa de gobierno unifica a políticos que parecían enfrentados y asoman en la misma lista. La verdad es que, actualmente, los principales jugadores son electores individualistas, marginados de los juegos del poder, que se abstienen o votan en contra del sistema.

Si la mesa que apareció coordinando el cierre de listas de Buenos Aires hubiese coordinado la campaña presidencial de Milei, Massa habría conseguido los puntos que le faltaron para ganar en primera vuelta

La semana pasada cerraron las listas de candidatos en la provincia de Buenos Aires y no se supo de ediciones especiales de El Capital de Marx, ni de El Camino de Servidumbre de Friedrich von Hayek, que se hayan vendido masivamente, para aclarar las dudas de los precandidatos que transitaban de un frente a otro. Nadie cambió de partido porque estudió textos teóricos. Tampoco se editaron programas de los frentes políticos, para atraer a nuevos candidatos. De hecho, nadie mencionó ningún programa que haya influido en los acuerdos, porque simplemente no existió.

La realidad concreta es más sencilla. Cuando se elaboran las listas de candidatos, lo que manda es el interés individual de los candidatos, algo que toda la gente percibe en la sociedad de internet y aleja a la mayoría, del pequeño grupo que participa del reparto. La época en la que la mayoría de dirigentes luchaba por principios quedó atrás.

No es verdad que Milei invente los problemas que existen en el país, o que Trump sea quien crea el caos en los Estados Unidos. Los presidentes actuales no generaron la crisis de la democracia representativa, sino que son su fruto. La mayoría les eligió porque son como son.

Hemos dedicado buena parte de nuestra vida a estudiar la política desde una visión empírica, pragmática, usando el método científico, sin intentar defender ninguna teoría. Cualquier ideología o religión puede ser interesante, pero las creencias no son compatibles con la ciencia. Contrastamos las hipótesis con la realidad, y si no funcionan las desechamos. Nos interesa comprender el mundo cómo es, no imaginar cómo debería ser.

A fines de los noventa, colapsó el paradigma, basado en los axiomas propios de la época de la Guerra Fría que explicaba la política. Surgió una corriente dedicada a estudiar a los out-siders que surgieron en ese entonces. Venían de afuera de la política, tenían comportamientos distintos a los de los líderes tradicionales, pero ganaban elecciones. El fenómeno se incrementó con la difusión de la computación y el desarrollo de internet que se produjo a partir de 2007 y se disparó con la pandemia.

Nosotros lo estudiamos, participamos de seminarios y publicaciones, especialmente a partir del triunfo de Abdala Bucaram en Ecuador, estimulados también por los estudios que se hicieron acerca de Alberto Fujimori en Perú, el Compadre Palenque en Bolivia, Carlos Menem en Argentina y otros. La aparición de esos personajes no se produjo solo porque a cada uno de ellos se le ocurrió hacer cosas originales, sino porque la sociedad estaba cambiando. Eran novedosos, no se parecían a las estatuas de bronce a las que estábamos habituados. Ser distinto pasó a ser un requisito para ser exitoso.

Después, el cambio se aceleró exponencialmente. La crisis de la democracia representativa debe entenderse dentro del descalabro de los valores y costumbres de Occidente. El avance de la ciencia y la tecnología transformó la realidad, cambió nuestra mente, nos proporcionó una cantidad de información que nunca imaginamos que estaría a nuestro alcance.

Es necio no darse cuenta de que la aceleración del crecimiento de la ciencia y tecnología es el tema más importante de nuestro tiempo. La mayoría de las ocupaciones que existen habrán desaparecido cuando se gradúen los niños que hoy ingresan a la escuela. Las últimas noticias sobre la impresión 3D de órganos humanos y otros avances de la medicina, hacen posible suponer que esos niños tendrán una expectativa de vida de doscientos años. Vivimos un Apocalipsis positivo.

Este universo se inició hace unos 13.800 millones de años. Pasados 400 mil años, la temperatura bajó, permitiendo que se formen los primeros átomos de hidrógeno. Después se formaron las primeras estrellas que cuando estallaron se convirtieron en supernovas, generando los elementos pesados que hoy existen. El calcio, el hierro y casi todo lo que forma parte de nuestro cuerpo, son en realidad, partículas generadas hace miles de millones de años, cuando estalló alguna supernova. El fenómeno explica lo que pasa en la realidad: no es que el hidrógeno haya desaparecido, representa aproximadamente un 90% de lo que existe, pero no habría vida sin los elementos generados por las supernovas.

La política sigue siendo enfrentamiento por el poder, pero asume formas que poco tienen que ver con el pasado. En esta época, en la que todo se ha puesto en cuestión, incluida la consistencia de la materia y la dimensión del universo, la política tiene que transformarse, aunque los dirigentes no sean conscientes de eso.

Entre los líderes la capacidad de aprender se ha debilitado en el mundo efímero de la red. El origen de La Libertad Avanza Carajo es semejante al del PRO, y está entrando en crisis repitiendo sus errores. Ambos en su momento, canalizaban el deseo de cambio de la población, y después se enredaron en las telarañas del poder. Milei, cuando se entrega a los políticos de siempre, está perdiendo su base real. Los que lo apoyaron incondicionalmente ven sorprendidos cómo son separados del Gobierno los que colaboraron en el nacimiento del proyecto y cómo lo que más rechazaban, los políticos con intereses económicos, se convierten en sus nuevos dirigentes. El mileísmo está intentando nuevamente, como Macri, tomar un castillo con tropas ajenas. Debe leer a Maquiavelo para recordar cómo termina eso.

El peronismo ha llegado a una unidad ficticia. Formó una coalición defensiva, de grupos que poco tienen en común y no representan algo nuevo para la población. Es el otro elemento de la explosión.

En las próximas elecciones de la Provincia va a estallar la supernova. Sobrevivirán algunos de sus dirigentes si saben recrearse, pero van a aparecer inevitablemente nuevos elementos.

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