13, noviembre, 2025

La revolución húngara de 1956 contra los tanques stalinistas

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La Revolución Húngara de 1956 fue un levantamiento popular contra el régimen estalinista impuesto por la Unión Soviética en Hungría. Desde la perspectiva del PTS y La Izquierda Diario, este movimiento representó un intento de las masas trabajadoras y estudiantiles de Hungría para establecer una democracia obrera y desafiar a la burocracia soviética.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Hungría quedó bajo control soviético y se instauró un gobierno dominado por una burocracia estalinista. En 1956, inspirados por rebeliones en otros países del bloque del Este, el pueblo húngaro se movilizó masivamente el 23 de octubre, en solidaridad con los polacos.

El levantamiento comenzó con una manifestación en Budapest, reprimida violentamente por la policía secreta (AVH), lo que desató una huelga general insurreccional. Obreros y estudiantes asaltaron cuarteles, distribuyeron armas y formaron consejos obreros y comités estudiantiles revolucionarios, que tomaron funciones de poder en fábricas y distritos, estableciendo el Consejo Central del Gran Budapest.

Las demandas de los insurgentes incluían la retirada de las tropas soviéticas, elecciones libres, reinstalación de sindicatos independientes, libertad de prensa y la formación de un gobierno democrático. También rechazaban la propiedad capitalista de las fábricas, buscando mantener una propiedad “realmente socialista”.

El gobierno húngaro, encabezado por el reformista Imre Nagy, intentó negociar con los soviéticos, pero el 4 de noviembre de 1956, las tropas soviéticas invadieron Budapest con una fuerza de 200,000 soldados y 19 divisiones de tanques. La resistencia fue feroz, pero finalmente la revolución fue aplastada. Nagy fue arrestado y ejecutado, y se estima que murieron alrededor de 20,000 húngaros y 3,500 rusos en los enfrentamientos.

La represión de la revolución húngara profundizó el quiebre entre el estalinismo y amplios sectores de las masas. Intelectuales comunistas en varios países reconsideraron sus vínculos con los partidos comunistas alineados con Moscú. La revolución de Hungría no buscaba la restauración del capitalismo, sino una democracia obrera que desafiaría la dictadura burocrática soviética.

Desde la perspectiva del trotskismo, la Revolución Húngara de 1956 es vista como una revolución política abortada, que intentó reemplazar la burocracia estalinista, manteniendo a su vez las bases económicas de la sociedad socialista. Los trotskistas denunciaron el aplastamiento del movimiento por parte de la Unión Soviética y defendieron el derecho de los trabajadores húngaros a organizarse y luchar por una democracia obrera. Consideraron que la falta de un partido revolucionario que pudiera centralizar y dirigir el movimiento fue un factor clave en su derrota.

El trotskismo sostuvo que la burocracia soviética, lejos de defender los intereses del socialismo internacional, actuaba como una casta privilegiada que reprimía cualquier intento de autogobierno obrero. Por eso, apoyaron la lucha de los trabajadores húngaros y denunciaron la represión soviética, diferenciándose tanto del estalinismo como de las corrientes que veían en la revolución un intento de restaurar el capitalismo.

La Revolución Húngara de 1956 sigue siendo un ejemplo significativo de la lucha por la democracia obrera y contra la opresión burocrática, marcando un capítulo importante en la historia de las luchas sociales del siglo XX.

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