Axel Kicillof tuvo la suerte que le faltó a Javier Milei en una campaña monopolizada por la confrontación entre estos dos teóricos de la economía de signo ideológico opuesto. Pero con el mismo error de diagnóstico sobre las condiciones en las que llegaría el gobierno al 7 de septiembre, el primero de los dos comicios del calendario electoral bonaerense con otro pendiente el 26 de octubre por el desdoblamiento dispuesto por el gobernador. La medida defensiva que justificó en la necesidad de proteger la supervivencia del peronismo de la marcha exitosa del programa de Milei y de su alianza con el Pro.
Dos supuestos similares a los contemplados en la hipótesis del oficialismo para imponerse a la coalición opositora en su principal bastión. Pero con la aparente omisión de otro de enorme relevancia, la imposibilidad de ganar con un ajuste cuya magnitud repercute negativamente en esa geografía y, particularmente, en la del conurbano, donde residen más de 10 de los 14 millones de electores de la provincia que, a la vez, concentra al 38 por ciento del total del país. Uno de los errores propios atribuidos a Milei por sectores del mercado.
Sobre todo por su falta de pericia para mitigar ese efecto con una malla de contención social y política expresada en una alianza más amplia. Una estrategia que no será revisada al menos hasta que se conozcan los resultados del 26 de octubre. Lo que convierte en una señal confusa la designación de Lisandro Catalán en el Ministerio del Interior. Una jerarquización de quien mantuvo abierto canales de diálogo con los gobernadores para el jefe del Gabinete, Guillermo Francos. Pero frustrado, la mayoría de las veces, por la intransigencia del ministro de Economía, Luis Caputo, a liberar fondos de las provincias que le permiten sostener el superávit del que se enorgullece. Un orden en el que no es extraño que Milei elija a Caputo para negociar con algunos gobernadores parte de esos recursos mientras resuelve si veta la ley que los obliga a distribuirlos en forma automática.
La racionalidad que se pretende enmendar con Francos y Catalano está amenazada de ser otra víctima de la lógica que Milei identifica con el éxito de su gestión. Esa concepción es la abre dudas sobre la transición del “triángulo de hierro al heptágono de miércoles”, como calificó un gobernador a la mesa que reúne a Karina Milei, Francos, Caputo, Martin Menem, Manuel Adorni, Patricia Bullrich y Santiago Caputo. A excepción de la ministra de Seguridad y de Caputo, todos satélites que orbitan en el gobierno alrededor de la Secretaria General.
Sebastián Pareja también pertenece a esa galaxia de estrellas fugaces. Pese al desastre del 7 de septiembre, Karina lo confirmó al frente de la mesa bonaerense, donde también decidió que se siente Caputo. Incómodos en una polarización que amenaza con deglutir su espacio, dirigentes peronistas que colaboraron con Milei al inicio de su gestión, intentan fortalecer las disminuidas posibilidades del asesor presidencial para incidir en el cambio de gabinete que sobrevendrá después de las elecciones.
Son quienes instan al presidente a recuperar el equilibrio extraviado por la irrupción de la política electoral en la gestión de gobierno. Una forma de aludir indirectamente a la presunta mala influencia que Martín y Eduardo “Lule” Menem ejercerían sobre Karina. A quien nunca osarían incordiar. Ni siquiera con una mención de sus colaboradores directos para no perjudicar su eventual ingreso al gobierno por intermedio de Caputo, a quien pretenden auxiliar como aliados en las sombras.
Tal vez por eso replican la confianza de que la derrota del 7 de septiembre sea revertida el 26 de octubre. Sobre todo luego de la inesperada ayuda de Kicillof al festejar la victoria de Fuerza Patria con el fondo de un palco variopinto que podría despertar el temor de un ausentismo de casi 15 puntos con relación al 2023 para votar en contra del regreso del kirchnerismo.
La euforia del gobernador fue equivalente a la sorpresa por los inesperado de un resultado que se precipitó la semana previa y que permitió a Ituzaingó y Morón ser contabilizados entre los triunfos y no fracasos seguros. El caso de esos municipios es paradigmático. No solo por el rechazo de su población a la gestión de Lucas Ghi y Pablo Descalzo. Si no por el hecho de que los electores posterguen el rechazo en las urnas a esos intendentes para advertirle a Milei que esperan que cumpla su promesa de terminar con la casta. No solo la que encarnan, entre otros, Descalzo y Ghi. También las que aparecen en las listas confeccionadas por Pareja, un experto en el reclutamiento de barrabravas y activistas marginales de la política. Los 14 puntos de ventaja sobre La Libertad Avanza fue la más importante de las razones por las que Kicillof festejó. Esa amplitud zanja cualquier debate sobre la oportunidad del desdoblamiento. Y en particular sobre la aceitada logística organizada por el ministro de Gobierno, Carlos Bianco.
Es cierto que Verónica Magario hubiese evitado un sofocón si Kicillof hubiese acertado con el desempeño del programa económico del gobierno. La vicegobernadora se amparó en la veda para no responder el domingo si renunciaría para asumir como diputada provincial por la Tercera Sección cuando fue interrogada por un cronista. Si el gobernador no hubiese errado en el cálculo, varios intendentes hubiesen evitado exponerse a ser candidatos testimoniales por falta de un alter ego que retenga sus votos.
No es improbable que Leonardo Nardini hubiese batido el récord en la Primera Sección con el 70 por ciento de los votos y 40 de ventaja sobre los libertarios sin encabezar la lista de concejales en Malvinas Argentinas, Una decisión que motivó arduos debates entre los de La Cámpora que optaron por no hacerlo. Particularmente los de Quilmes y Lomas de Zamora. Mayra Mendoza y Federico Otermín parecen enfrentados por un peculiar duelo de votos en la Tercera Sección.
Otermín obtuvo el mejor resultado en la historia de una elección legislativa en Lomas de Zamora, con el 56 por ciento de los votos. No solo superó por casi 30 puntos a los libertarios. También obtuvo por primera vez un mejor resultado que en Almirante Brown, Esteban Echeverría, Florencio Varela y Quilmes. Sus adversarios internos en la competencia por la primacía en esa región. Mendoza logró el 46 por ciento y obtuvo 16 puntos más que La Libertad Avanza.
Si esta compulsa adquiere relieve es por la especulación de que Cristina elegiría a Nardini para encabezar la fórmula que sucedería a Kicillof. A la expresidenta le gustaría que Mendoza complete ese binomio. Daniela Vilar podría disputarle ese lugar. La ministra de Medio Ambiente de Kicillof es la esposa de Otermín. El intendente que se ganó la confianza de Cristina y del gobernador en la negociación por las listas para el 7 de septiembre.
Vilar es referente de La Cámpora en la Tercera Sección. Mendoza es consejera de Cristina y de su hijo Máximo. ¿Proyecta la candidatura de Vilar el sueño trunco de Martin Insaurralde? Es solo una conjetura. La predilección de Cristina por Mendoza se explicaría porque la vicegobernadora preside el Senado. Por allí pasan pliegos de jueces y fiscales.
Ese reconocimiento al conurbano como fuente de poder que expresaría la fórmula a gobernador y vice es relativizado por quienes imaginan el final del kirchnerismo en este turno electoral.. Un vaticinio formulado varias veces. Sin embargo, el cambio de clima es tal que no hay intendente dispuesto a sustraerse de la próxima elección. Un mes atrás su participación estaba descartada por falta de expectativas. La de impedir que Cristina sea la única que tenga usufructo de un eventual triunfo es una de las razones de ese cambio.
A Kicillof le convendría coronar con un éxito el segundo paso del desdoblamiento que volvió a criticar esta semana Cristina a través de Mendoza, su fiel vocera. La expresidenta y el gobernador no han conversado todavía de estos asuntos. Kicillof, por ahora, parece tener a la suerte de su lado.