Finalmente, el teléfono celular del expresidente Alberto Fernández, secuestrado en su departamento de Puerto Madero, fue peritado y todas las sospechas se confirmaron. Los mensajes encontrados allí corroboran que las discusiones entre él y su pareja de entonces Fabiola Yañez eran habituales y que mantenían una tan tóxica como enfermiza relación.
Mucho del contenido ya se había difundido como capturas de pantalla. Al quedar confirmado, puede ser utilizado como prueba en un futuro juicio oral contra el expresidente, con procesamiento confirmado por la Cámara Federal porteña por dos hechos de lesiones leves y uno de lesiones graves, doblemente agravados por el vínculo, abuso de poder y autoridad y amenazas coactivas.
Entre los reproches que Fabiola Yañez le realiza está que la haya “incinerado estando embarazada”. También justifica que no conversaría con él del tema porque –según ella– siempre le termina pegando. “Durante 14 años me enfermaste con tu poder enfermizo de tener 20 mujeres a la vez”, le reprocha.
Fernández pasa de amenazar con “Chantajeame con mi hijo y mi libertad y vas a saber quién soy” a describir su propia vida como “penosa” y aclarando que “solo espera morirse”. Lejos de conmoverse, ella le respondía: “A mí no me vengas con cosas de psicópata que se quiere morir”.
La ex vocera presidencial Gabriela Cerruti habló de un presidente “cobarde, maltratador y mentiroso”, con un comportamiento compulsivo con las mujeres y violento con su pareja al describir al protagonista de su reciente novela El veneno del poder, demasiado parecido a Fernández. Menciona también a una primera dama con problemas de alcoholismo y depresión, atrapada en un círculo de violencia y humillación, un extraño mix folletinesco de ficción y realidad enmascarada con claros visos de sentimientos de inferioridad por parte del pusilánime protagonista. “En estos tiempos, la realidad se parece mucho a la ficción”, se defenderá Cerruti tras haber pintado un personaje irresponsable, inmaduro, afecto a las escapadas a la hora de la siesta y a la guitarra. Un retrato con demasiados visos de verosimilitud.
No hay verdad más fuerte que la realidad. La sociedad ya emitió su veredicto respecto del peor presidente de la historia. Le resta a la Justicia hacer su parte ante las denuncias de su expareja: está a un paso del juicio oral y expuesto a una pena de hasta 15 años de cárcel. Enfrenta también su primer procesamiento por corrupción, incluido un millonario embargo, en la causa seguros junto con su socio y amigo Héctor Martínez Sosa y su exsecretaria María Cantero, esposa del bróker, cuyo celular también fue clave en este caso. El largo y contundente fallo del juez Sebastián Casanello apuntó a un total de 34 personas y confirmó que el bróker manejaba información privilegiada, y que el intercambio de favores y coimas era habitual. El patético expresidente, imputado por participar de una “estructura criminal”, un esquema de recaudación y distribución de fondos públicos mediante irregulares redireccionamientos, pidió nuevas medidas de prueba. Casanello evalúa si corresponde elevar la causa a juicio oral mientras Fernández denuncia que se lo persigue “por ser peronista”, un argumento ridículo a la luz de los delitos probados. Hay otra causa iniciada en marzo por la ministra de Capital Humano, el titular de la Anses y el director de Nación Seguros por fraude a la administración pública, abuso de autoridad, violación de los deberes de funcionario público, tráfico de influencias y malversación de caudales públicos. En su condición de abogado, Fernández percibirá en su horizonte un panorama cada vez más oscuro.